UNA GENEROSIDAD CONTAGIOSA 


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Entrevista a Constanza Huerta de Soto (b.1995), Vive y trabaja en Madrid, España. 

La comisaria Constanza Huerta de Soto me sonríe desde el otro lado de la pantalla. Hemos quedado para hablar sobre los últimos años de su carrera, que podrían describirse como el sueño de cualquier joven comisario: ha dirigido dos salas expositivas, gestionado un buen número de exposiciones y colaborado con algunas instituciones y galerías. Me cuenta cada proyecto con calma, sin darse importancia, repitiendo varias veces que para ella lo más importante es tener buena relación con los artistas: “Intento ayudarles en todo el proceso, ¡Aunque a veces me gustaría poder aportar aún más!”

Puede comprobar su generosidad la pude comprobar en directo hace años, en 2018, durante uno de los workshops que organizó en Vértice, el primer espacio auto-gestionado que fundó justo después de terminar la carrera de Bellas Artes, inspirado en el modelo educativo de la Universidad de las Artes de Berlín. Recuerdo a Constanza como una comisaria empática y directa, que trabajaba codo con codo con los artistas. Cinco años más tarde, ha co-fundado picnic, una sala de expositiva de carácter experimental que inauguró en septiembre de 2021, y en la que ha organizado desde entonces siete exposiciones individuales con diferentes artistas españoles y extranjeros. Además, recientemente gestionó una muestra para el Ayuntamiento de Zaragoza (titulada “Feeling / Concealing”) y ha participado en la feria de Arte Santander, donde presentó un solo-project de la artista Ana Fontecha. Desde la última vez que la vi también se ha casado y ha sido madre, situación sobre la me habla, explicando cómo ha afectado a sus decisiones profesionales.

Charlamos durante un buen rato sobre sus intereses, sus proyectos y sus sueños para el futuro, como el de convertirse algún día en una “comisaria-artista” o “artista-comisaria”. Termino la entrevista con unas ganas enormes de visitar picnic próximamente, y poder continuar la conversación en persona. Aquí sus respuestas: 


Hello, Coni! Let’s start from the beginning. As an artist, what led you to become interested in curation and create Vértice, your first independent art space, in 2017?

¡Hola Vic! No creo que pueda considerarme artista. Estudié Bellas Artes en la Universidad Complutense, eso sí. Hacia la mitad de la carrera quise crear una plataforma a través de la cual reunir y promover el trabajo de algunos de mis compañeros (Vértice). Más tarde, fui a completar mis estudios en la Universidad de las Artes de Berlín. Allí tuve la oportunidad de entrar en contacto con otro método de enseñanza, más adaptado a las necesidades del proceso creativo. En lugar de clases separadas por asignaturas teníamos talleres, espacios de los que disponer las 24h del día para producir, almacenar y exponer obra. Estos talleres estaban asociados a un tutor, que en todos los casos era un artista profesional, en activo.

A través de este sistema se creaba un clima muy enriquecedor, porque compartía el tiempo y el lugar de trabajo con otros alumnos con inquietudes muy similares a las mías. Además, el simple hecho de poder colgar y descolgar las obras para visualizarlas y recibir feedbackdiario de los compañeros y del tutor, hacía que los avances en pocos meses fueran espectaculares. En realidad, se trata de un modelo sencillo y práctico que se aplica en casi toda Europa, pero que hoy en día aún no se ha implementado en facultades de bellas artes españolas. Al menos que yo sepa.

Cuando volví a España, y ante la perspectiva de acabar la carrera y tomar un camino distinto al de mis compañeros, decidí alquilar un local en Madrid y ponerlo a disposición de todos aquellos miembros del colectivo que necesitasen un lugar para producir. El concepto era sencillo; pagábamos el alquiler entre todos, y disfrutábamos de un taller compartido para trabajar, conversar y hacer exposiciones. También recibíamos artistas de fuera y proyectos de comisarios externos a la plataforma.


¿Puedes hablarnos sobre esos primeros años? ¿Qué aprendiste de gestionar Vértice prácticamente sola, sin jefes, junto a tus compañeros de clase?

Fue una experiencia muy enriquecedora. Casi cuatro años de dirigir un taller de trabajo y espacio expositivo, con muchas personas entrando y saliendo, presupuestos, necesidades, eventos… Eran artistas plásticos en su mayoría, aunque también teníamos unos músicos que crearon un estudio en la planta inferior. Después de estos años siempre me ha resultado bastante fácil organizar cualquier proyecto. Adquirí mucho “callo”, especialmente a nivel de gestión de personas (¡y resolución de conflictos!). La iniciativa cesó cuando varios miembros de la plataforma tuvieron que dejar de alquilar del local para ir a estudiar en el extranjero. También coincidió con mi estancia en Pamplona.



¿Crees que ha sido importante completar tu formación en Bellas Artes con una más específica, a través del máster de comisariado de la Universidad de Navarra? ¿Qué te aportó esta experiencia?

En 2019 formé parte de la primera promoción del Máster de Comisariado de la UNAV, una de las pioneras en ofrecer este tipo de formación en España. Su punto fuerte, el profesorado. El programa contaba con comisarios en activo muy potentes a nivel internacional como Vicente Todolí, Gerardo Mosquera, Nuria Enguita, Gabriel Pérez-Barreiro, Tania Pardo, Sergio Rubira… El aprendizaje fue bestial. Lo único que eché de menos fue tener más tiempo para seguir gestionando mi proyecto. No fueron muy flexibles con los horarios, y todo ello hizo que nos enfocáramos más en el estudio y en el trabajo. Supongo que esto también afectó a la continuidad de mi proyecto en Madrid.

Cómo madre trabajadora, ¿Qué opinas del panorama laboral en España, y, más específicamente, en el mundo del arte? ¿Qué soluciones has encontrado para equilibrar trabajo y maternidad?

Después del máster comencé a trabajar en una asesoría de arte para coleccionistas e inversores, que también funcionaba como galería de arte. Estuve con ellos hasta el inicio de la pandemia, y entonces todo se paralizó muchísimo. Aparte de eso me casé y esto cambió mi visión y mis expectativas, especialmente después de quedarme embarazada. El mercado del arte en España es un sector con mucho techo; en la mayoría de las galerías sólo entran el director, y una o dos personas más que le asisten. Pero la posibilidad de crecimiento es muy limitada, y los horarios pueden no ser compatibles con el tipo de crianza que deseo tener. Finalmente, no consideré que fuera a encontrar las mejores condiciones si buscaba mi sustento en el sector del arte. Para mí la solución ha sido escoger el comisariado independiente, algo compatible con un empleo a media jornada, y que me permite estar muy presente en estos primeros años de la vida de mis hijas.


¿Cómo y por qué surgió la idea de picnic, y en qué se diferencia de tu primer espacio? ¿Notas que tu manera de trabajar ha evolucionado desde la época Vértice? A nivel de cómo tratas a los artistas, cómo planteas las exposiciones, cómo te organizas…

Mientras trabajaba como asesora, conocí a Antonio Lozano, comisario de Luminaria, un evento de arte contemporáneo en el barrio de Usera, en el que participaron más de 400 artistas a lo largo de sus distintas ediciones. También a contribuido a crear colectivos de artistas como Hambre o Finger. Hablábamos muy a menudo de montar algo juntos. En 2021 se nos presentó la oportunidad de alquilar un pequeño local en el barrio de Delicias, a unos pocos metros de las Naves del Matadero. En septiembre de 2021 lanzamos a la piscina y así surgió picnic, una sala expositiva experimental, en la que invitamos a los artistas a hacer proyectos de intervención en el espacio. Todo ello siempre acompañado de una parte de obra a la venta, ya que nuestro objetivo es apoyar a artistas y autofinanciar la sala.

Picnic es muy pequeño y carece de medios que lo hagan habitable (casi se parece más a un armario de almacenaje). Lejos de actuar como una limitación, estas condiciones han dado pie a proyectos muy interesantes. Escogemos a los artistas (ya sea porque sentimos afinidad con su trabajo o porque creemos que pueden hacer un buen uso del espacio) y ellos tienen que adaptarse a una sala con unas características muy específicas. A menudo los invitados crean obras inéditas, que siempre sorprenden al espectador. Uno no sabe qué va a encontrar cuando abrimos el cierre.

Sobre la forma de trabajar, intentamos ofrecer a los artistas un trato muy personalizado, acompañándolos en todo el proceso creativo y ofreciéndoles todas las soluciones técnicas que puedan necesitar. Es muy estimulante participar en este proceso ya que tenemos la oportunidad de profundizar en su trabajo y muchas veces ofrecer una lectura personal sobre el mismo. Creo que lo que más ha cambiado con respecto a la época de Vértice es este trato personal, aunque también acompaña el hecho de que sean exposiciones individuales en formato solo project.

En picnic habéis organizado un total de siete exposiciones, con la idea de que los artistas intervengan directamente en el espacio, cada uno a su manera. ¿Por qué este interés por la intervención directa? ¿Varía mucho vuestra manera de trabajar con cada uno de los artistas? ¿Cuánta libertad les dais, o, más bien, de qué manera os involucráis vosotros en el desarrollo de cada proyecto?

La necesidad de intervenir el lugar surge de las características del espacio. Picnic no es una galería al uso, en la que puedes llegar y colocar una pieza... Lo reducido del espacio y sus particularidades exigen tener que hacerte con el lugar, ya sea para crear una ambientación o para convertir el espacio en una obra. Procuramos trabajar de igual manera con todos los artistas y darles mucha libertad (para algo les has dado tu voto de confianza), aunque evidentemente luego cada uno es un mundo y cada proceso de formalización plantea nuevos retos.

Desde su inauguración en septiembre de 2021 hemos organizado siete exposiciones: Víctor Solanas Diaz (octubre-noviembre 2021), Marlon de Azambuja (diciembre 2021- enero 2022), Ana de Fontecha (febrero-marzo 2022), Esther Mañas y Arash Moori (abril-mayo 2022), Sergio D. Loeda (junio-julio 2022), Ángela Jiménez-Durán (septiembre - noviembre 2022) y Ander Sagastiberri (enero 2023- actualidad). Además, en julio de 2022 llevamos el proyecto de intervención de Ana de Fontecha a la feria de arte contemporáneo más importante de Cantabria, Arte Santander.


¿Qué supuso adaptar la pieza que la artista Ana de Fontecha había realizado para vuestro espacio a un contexto comercial, en este caso el de la feria Arte Santander? ¿Tenéis como plan seguir trabajando en esta línea?

El trabajo de Ana explora la relación que se establece entre arquitectura, diseño y lenguaje. En nuestro caso, se interesó por la historia del local y del barrio. No quería llegar y hacer lo suyo sin conocer el lugar, desde un punto de vista material (las características del local) y humano (las personas que lo habían habitado). Desenterramos bastantes historias, algunas dramáticas, sobre las personas que habían alquilado el local antes que nosotros. Además, Ana nos pidió muchos detalles sobre las condiciones materiales del local. Le explicamos nuestro problema con las humedades, el cual, unido a las constantes intervenciones y restauraciones que llevamos a cabo a lo largo del año nos obliga a estar constantemente “rehaciendo” las paredes, devolviéndolas a su estado original.

Ana se interesó mucho por esto último, y decidió emplear las condiciones físicas del local de forma metafórica. Al igual que el pasado de alguna manera “invade” los lugares, la pared también se desborda, invadiendo el espacio que contiene. Las piezas que produjo para su exposición eran moldes de elementos arquitectónicos del local que presentaban a un tiempo, la estructura de la sala (lo que sostiene) y su desbordamiento. Como la representación del proceso de colapso de un espacio.

Este fue el proyecto que presentamos a la feria de Arte Santander. Para adaptarlo, Ana hizo una serie de escayolas con la misma técnica, un proceso muy rápido en escayola en el último momento de fraguado del material. El resultado son unas formas muy orgánicas, muy atractivas. La experiencia de ir a la feria fue muy interesante, especialmente el hecho de dar con un dispositivo que nos permitiera exponer las piezas en el espacio. Ana optó por unas estanterías modulares industriales de aluminio y contrachapado que contrastaban de forma muy llamativa con las formas más orgánicas de las esculturas. Los días transcurridos en la feria y la buena recepción de nuestro proyecto por parte de todas las otras galerías, artistas y comisarios fue muy gratificante.


Además de tu labor en picnic, también participas en convocatorias como comisaria independiente. ¿Puedes hablarnos de la exposición “Feeling / Concealing” que organizaste para el Ayuntamiento de Zaragoza entre mayo y julio de 2022?, ¿También eran obras site specific? ¿Cómo se compara esta experiencia con tu rutina habitual en picnic? ¿Te resultó estimulante gestionar a varios artistas a la vez?

La exposición de Feeling/Concealing hablaba sobre la dialéctica naturaleza-cultura, el intento de volver a una experiencia directa de las cosas y la reflexión ante la propia naturaleza cultural del hecho artístico. Cada pieza escogida hablaba desde un lugar  metafórico (la ciudad o la cueva) generando una serie de idas y venidas en torno a estas cuestiones. Se trataba de seis instalaciones y una proyección. Tres de ellas se produjeron específicamente en el espacio, y tuvimos que llevar los materiales (de construcción) y montarlo en sala. Así que sí, había un componente site specific importante. Los artistas participantes fueron Esther Gatón, Antonio Fernández Alvira, Jorge Isla, Ángela Jiménez Durán, Marlon de Azambuja y Jon Cazenave.

Trabajar con una institución es muy cómodo porque te puedes concentrar exclusivamente en tu labor como comisario. No tienes que pensar en todo lo demás (el transporte, los seguros, las soluciones técnicas, la difusión en prensa y redes…) ¡Y tampoco tienes que asumir ningún gasto! Ellos se hacen cargo de todo. E idealmente contemplan honorarios, algo que deberíamos exigir siempre para nosotros y para los artistas, para fomentar las buenas prácticas dentro del sector.

Trabajar con muchos artistas fue muy estimulante. Como siempre, es un gustazo poder “componer” una experiencia a partir de obras que te apasionan, dejándolas dialogar entre sí en el espacio. Pero lo más enriquecedor siempre es conversar con los artistas, especialmente cuando tienes que montar varias piezas desde cero en una sala nueva, adaptando el concepto original a una nueva ubicación. Las salas que puso a nuestra disposición el Ayuntamiento de Zaragoza eran antiguos palacios renacentistas que han sido reconvertidos en salas de exposiciones. En nuestro caso el Palacio de los Morlanes incluso teníamos algunas salas que conectaban con antiguas construcciones de la época de Roma… Para mí fue un gusto y un privilegio trabajar en este entorno, con estas condiciones. En este sentido, me gusta mucho combinar el proyecto de picnic con otros encargos para instituciones.

¿Si volvieras a retomar la producción, te gustaría combinar de alguna manera tu trabajo artístico con el de gestión?

Ese es mi sueño. Muchas personas consideran que si quieres llevar a cabo una producción artística en serio debes concentrarte solo en ello, y quizás tengan razón. Pero también hay muchos ejemplos (cada vez más) de comisarios-artistas y artistas-comisarios. Gente que, manteniendo una producción, contribuye a organizar exposiciones y/o gestionar colectivos y espacios expositivos... Me ayuda pensar en personas como Valeria Maculan, Carlos Fernández-Pello, Ángela Cuadra, Marlon de Azambuja...

Para mí sería un sueño alcanzar un equilibrio así porque me cuesta pensar en renunciar a alguna de las dos cosas. Por el momento he priorizado la gestión, pero para mí lo más interesante sería combinar ambas. ¡Ojalá pueda hacerlo pronto! Primero creo que me toca asentarme un poco, especialmente de cara a la maternidad. Pero todo llega.


Por último… ¿Por dónde crees que va a seguir desarrollándose tu carrera? ¿Tienes algún proyecto o sueño en mente, ya sea como comisaria o como artista?

Aparte de retomar la producción (quizás incluso como condición previa), me interesaría mucho profundizar en lo que pienso y escribo sobre el arte. Algo así como elaborar una teoría propia, que me permita fundamentar mis intuiciones y preferencias a nivel teórico. Creo que tiene que haber una forma de guiarse para escoger lo que es bueno para tí atendiendo a la filosofía, a la historia y a otras disciplinas. Aparte de eso, quiero estudiar temas muy concretos que parecen haber perdido fuerza en la modernidad, pero que ahora se están recuperando. Un ejemplo es la visión simbólica del mundo, la manera en que las imágenes artísticas siempre iban ligadas a unos usos y costumbres culturales muy concretos. Me interesa profundizar en estos temas y llevarlos a la práctica, quizás incluso articular una cosmovisión a partir de la imagen… ¡Esto es lo más loco que te puedo contar! No sé si lo conseguiré, pero el comisariado y la creación me parecen dos herramientas ideales para intentarlo… Acompañados de una buena base de estudio …. ¡Ya veremos!

Muchas gracias por la entrevista Vic, y un saludo a todos tus lectores a los que invito a contactarme con cualquier duda o inquietud.

Texto por Whataboutvic
 


RATO AO SOL is a Luso-Spanish platform for the emerging arts, founded by curators Francisca Portugal and Whataboutvic.

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