UNA FRÁGIL MONSTRUOSIDAD

EN | ES
Entrevista a Álvaro García, (b.1997), vive y trabaja en Madrid, España. 

¿Por dónde empezar? El artista madrileño Álvaro García es único en su especie. Pinceladas barrocas con un toque de ciencia ficción, extrañas figuras y hasta dragones aislados en un espacio desértico. ¡Sí!

Desde que terminó Bellas Artes en la UCM, su carrera ha sido breve pero meteórica. En 2021, participó en una exposición colectiva en El Chico, y en junio de 2023 tuvo en la misma galería su primera exposición individual, "Un Rostro Extraño", donde pude ver sus obras por primera vez. Días después, en su estudio en el espacio compartido de Casa Antillón, Álvaro me explica que las viscosas formas que pueblan sus cuadros emergen de la oscuridad, tanto literal como metafóricamente, delineadas a partir de capas de sombra que posteriormente ilumina. Mientras habla, me enseña un cuaderno tras otro, todos ellos rebosantes hasta los topes de dibujos, delineaciones y bocetos de alucinantes caras y extremidades. Siento que estoy en la presencia de una especie de extraño genio renacentista y me cuesta seguirle el ritmo a sus peculiares ideas. Álvaro duda al describir el significado de sus creaciones, ¡No, no son símbolos! ¡Oh, no sé! Me da la sensación de que ve sus figuras como fragmentos de sí mismo: "Me gusta privarlas de individualidad, aislarlas en el espacio, hacer que cobren vida de alguna manera". Mientras observo estos extraños seres, no puedo evitar sentir que, aunque no tengan ni rostro, ni cuerpo ni una identidad definida, hay algo en su actitud solitaria y frágil en lo que creo poder reconocerme. Y supongo que de eso va la pintura de Álvaro.

Lo mejor es ver su obra en vivo. Pero, en cualquier caso, aquí están sus respuestas locas-pero-graciosas-pero-geniales:
¡Hola, Álvaro! Estudiaste Bellas Artes en la Complutense, donde has tenido que aprender de todo, no sólo pintura. ¿Crees que hay trazos de otras disciplinas en lo que haces actualmente? ¿Cuándo decidiste enfocarte en dibujar y en pintar, y por qué?

Sí, cuando decidí estudiar Bellas Artes no tenía claro qué era lo que me iba a encontrar, ni siquiera había una disciplina que me interesara por encima del resto. Enseguida descubrí la pintura, que fue lo que me enamoró, y lo que continúa haciéndolo hasta el día de hoy.

Aún así, hubo otras disciplinas que me marcaron muchísimo, como, por ejemplo, el dibujo con carboncillo y el grabado. Considero que es de ahí de donde viene mi interés por construir las atmósferas que rodean a las figuras de mis cuadros. Otra disciplina que también disfruté mucho fue la escultura, en concreto el modelado del natural. Alguna vez me han dicho que mi pintura es muy escultórica, y creo que esa cualidad de mi pintura viene de ahí.

Sin embargo, creo que cada disciplina por la que transitas te acaba modelando como artista. Supongo que, por ejemplo, la fotografía te puede hacer más observador; la talla más paciente; lo teórico o conceptual puede hacer que te cuestiones más lo que haces, etc. En fin, creo que lo mejor es dejarse influir, y por cuantas más cosas, mejor.


Tus cuadros tienen un aire bastante clásico, aunque nadie dudaría que han sido pintados en el siglo XXI. ¿Te inspiran pintores de otras épocas, artistas contemporáneos...? ¿Cuáles son tus principales referentes?

Ay, pues la verdad es que es algo que me dicen mucho. Cuando empecé a pintar en la universidad, lo que más me interesó de la pintura fue poder recrear el efecto de la luz sobre el cuerpo, por lo que empecé a mirar mucha pintura clásica. Algo que solía hacer era recrear otras pinturas o fragmentos de ellas en pequeño formato, generalmente del Barroco o el Romanticismo. Creo que de ahí viene no solo la forma en la que los cuerpos están iluminados en mis obras, sino también la forma en la que se retuercen las figuras en ellas, e incluso a veces la forma de componer.

En cambio, mi imaginario se ha ido construyendo (aparte de gracias a algunos pintores contemporáneos, como Munch, los Simbolistas, o Mucha) sobre todo mediante el consumo de imágenes ajenas a la pintura. Me fascina el drag Alien/Posthumano como el de Salvjiia o Anthr0pomoph, el cine de Kaneto Shindo y el anime de los 90, entre otras cosas. Pero lo que creo que más ha influenciado mi trabajo es la ilustración. Tanto la “Vintage”, como la de Harry Clarke, como la más cercana la comic de ciencia ficción tipo Moebius. De hecho, compré hace poco el recopilatorio de Little Nemo in Slumberland, con el que estoy completamente maravillado.



La primera vez que vi tus obras, antes de conocerte, pensé que la persona que las había pintado había puesto una parte muy íntima de sí misma en ellas. De sus sueños, de sus fantasmas… ¿Te interesa causar este tipo de reacción? ¿Es para ti la pintura una manera de expresar y provocar emociones?

Uy, pues siempre he estado un poco en conflicto al respecto, porque el pensar en que tengo algo que expresar al mundo me hace verme a mí mismo como un pequeño narcisista. Es un poco como: ¡Y a quién le importa! Pero supongo que es inevitable poner algo de ti en tu trabajo, y el mío en concreto tiene que ver puramente con emociones, antes que con ideas o conceptos. De todos modos, al igual que expresar emociones (que tal y como yo lo entiendo consiste en simplemente mostrar algo que llevas dentro para que sea visto), creo que mi pintura también tiene que ver con generarlas, y un poco con pelearme con el mundo, mostrando cosas que puedo sentir tanto yo mismo, como el mundo que me rodea. De ahí que las figuras siempre tengan algo de monstruosas, de vulnerables, de frágiles, etc.


En el estudio dijiste una frase que me impactó: “Las cosas que hago - Quiero que estén vivas de alguna forma – quiero lo mejor para ellas.” ¿Qué quieres decir con esto? ¿Qué tienen de “vivo” tus obras?

Ay jajaja, ahora me suena un poco a frase de loco. Pero sí, es algo a lo que llevo dándole vueltas desde hace un tiempo. Una vez me dijo un chico que unas nubes que había en uno de mis cuadros parecían personajes, y pensándolo me di cuenta de que siempre he sido un poco animista. No que crea que los objetos están literalmente vivos, si no que de alguna forma los he entendido como entidades, sobre todo cuando era pequeño. Creo que por esto hago que los objetos que aparecen en los cuadros (árboles,

nubes, la luna, etc.) aparezcan como aparecen y ocupen el espacio que ocupan, para darles carácter de objeto animado, vivo y por lo tanto con capacidad para afectar a la persona que lo está mirando. A eso me refiero con que quiero que una obra esté viva, a que tiene que afectar a la persona que la tiene delante con la misma intensidad que tienen las cosas vivas, o por lo menos la intensidad del mundo en tres dimensiones. Si no, a cualquiera le sería indiferente.

En mi caso, considero que lograr esto es más sencillo, porque se trata de pintura que presenta figuras reconocibles para el ojo humano, pero no creo que sea algo exclusivo de este tipo de pintura. Supongo que es algo que todo pintor y pintora busca en su obra porque si no, ¿para qué pintar?


A pesar del gran detalle con el que pintas, las figuras que aparecen en tus cuadros tienen una identidad poco definida, sin género ni oficio, y a veces casi sin rasgos faciales. ¿Por qué esta ambigüedad?

Creo que siempre hay algo en la percepción que nos lleva a asumir la totalidad de aquello a lo que nos enfrentamos, por ciertas características visuales que tiene.

Es decir, por ejemplo; ante un personaje que lleva cierta ropa o el pelo de cierta manera, tendemos a concebirla con una idea ya fabricada en nuestra mente de lo que es. Enseguida le ponemos una identidad y una vida, una narración que solo existe en nuestra cabeza. Este es un ejercicio mental automático más que una reflexión consciente, desde el cuerpo, que intenta buscar un “qué es” antes que un “cuál es su estado”. No sé si me explico.

Por esto elimino las características que pueden disparar una narración automática acerca de un personaje. Reduzco la figura a su expresión facial y corporal, a la rigidez de los músculos y a la flacidez de su piel. Es la forma más sencilla que he encontrado de lograr algo parecido a la empatía o al reconocimiento del otro.


Otro tema que me intriga es cuánto hay de planificación y cuánto de intuición en tu trabajo. ¿Tus cuadros parten de una idea, de una imagen, de un sentimiento...? ¿Te dejas llevar y van saliendo las imágenes, o tienes una idea clara de lo que quieres representar antes de sacar el lápiz y empezar el primer boceto?

Todos mis cuadros parten siempre de dibujos a lápiz que hago en cuadernos. Ahora bien, cuando me enfrento al blanco del papel lo hago siempre sin saber qué es lo que voy a hacer. Casi siempre dibujo primero un círculo y un par de líneas de las que surge un rostro, del que a su vez acaba saliendo un cuerpo, y que a veces termina siendo acompañado de un fondo y otros elementos o figuras. Todo esto es intuitivo, sin tener una imagen mental previa. Lo único que tengo, a aparte de cierta automatización a la hora de dibujar, son las emociones que me acompañan en el momento.

El proceso de pintar, sin embargo, es muy distinto, porque cuando paso del cuaderno al lienzo aparece una imagen mental de cómo debe ser el cuadro, así como un plan, y esto es con lo que tengo que pelearme mientras pinto. Si me equivoco y el cuadro deja de funcionar, tengo que deshacerme de esa imagen mental para poder reorganizarme. Y aunque esto es algo esencial de la pintura, yo soy bastante cabezota jajaja.

¿A qué se debe qué las figuras que pueblan tus cuadros sean siempre tan pequeñas en escala, aisladas en grandes espacios?

Pues tiene que ver con dos cosas. Por una parte están las características de los soportes que utilizo, que me dan un efecto granulado que aprovecho para potenciar la textura de la piel. Las figuras no pueden sobrepasar el tamaño del grano en proporción, porque entonces lo pierdo.

La otra razón, y de la que me he dado cuenta hace relativamente poco, tiene que ver con la relación de tamaño entre el espectador y la figura. Si las hago a tamaño natural, parece que éstas, al contener siempre algo perturbador, se abalanzaran sobre el espectador. Algo bastante violento. Sin embargo si reduzco un poco su tamaño, el acercamiento se vuelve más íntimo y entrañable, lo que lo neutraliza de alguna forma el efecto. Creo que tiene que ver con eso. Con encontrar un punto medio en el que ni la figura se coma al espectador, ni éste se coma a la figura. Es para que, así, la relación entre ellos sea más equilibrada y el canal que se crea entre ambos se mantenga abierto.

También tengo curiosidad por el espacio que rodea a las figuras, siempre bastante indefinido. ¿Dónde se encuentran estos seres?

Es curioso, porque el espacio en el que las figuras se encuentran ha ido cambiando a lo largo del tiempo, pero siempre manteniéndose bastante indefinido. En un primer momento, se encontraban en un lugar parecido a un desierto con dunas y montañas, sin un ápice de vida. Más tarde, en el cuaderno, aparecieron paisajes con árboles que casi que se fundían con las propias figuras, pero que eran algo parecido a pantallas, como decorados. En mis últimos trabajos el espacio se ha reducido a una línea de fuga, un mundo que se asemeja a una especie de limbo.

Ahora que lo pienso, creo que el desierto puede tener que ver con un lugar en el que el encuentro entre dos entidades se vuelve mucho más intenso debido al aislamiento (importante decir que en estos trabajos las figuras siempre se encontraban acompañadas). Respecto a los paisajes con árboles, la verdad es que no lo tengo claro todavía. Y por último, respecto al limbo, estoy seguro de que es una forma de materializar la mente, en la que las figuras que aparecen son partes de la misma.

Hablemos de la técnica. ¿Cómo consigues una figuración tan detallada? ¿Qué papel juega la luz en tu pintura? En el estudio, me contaste cosas muy interesantes sobre capas, grisalla, claroscuros...

Pues todo viene de cuando empecé a dibujar en la carrera. Allí me enseñaron a usar el carboncillo de forma que manchando el papel, se generase una atmósfera de la que luego se sacaban los golpes de luz usando trapos. Esta forma de trabajar me llevó a entender la luz, en su plano físico, como un accidente que al incidir sobre un revoltijo de materia es capaz de revelar las cosas, haciendo que se diferencien unas de otras. Esto es lo que trasladé a la pintura cuando empecé a pintar por mi cuenta.

Por esto, cuando pinto, empiezo siempre construyendo la zona que va a quedar en sombra con transparencias, superponiendo capas de distintos colores. A este primer estadio le doy una función parecida a la de una grisalla, pero invertida, ya que sobre ella saco las zonas a las que afecta la luz directa, superponiendo capas de óleo más empastadas y definiendo así las figuras. Después, para acabar, cuando estas capas están secas, matizo el color volviendo a usar transparencias muy finas, que es algo que. por así decirlo. vuelve a sumergir las zonas de luz en la atmósfera creada con la grisalla.


En tu primera exposición individual, “una cara extraña” (2023) creaste una serie de cuadros que tienen todos algo en común. Decidiste repetir una serie de elementos: una cara, un ser, un dragoncillo... ¿Le has dado un significado concreto a cada uno? ¿Puedes contarnos más sobre ello?

Si, la serie de cuadros que conformaron la exposición la construí alrededor de estas tres entidades. El ser es una de las figuras que suelen poblar mis cuadros, y las otras dos aparecieron en el cuaderno este último año.

Una de ellas es la cara extraña, que se asemeja a una máscara japonesa, y que se transforma a lo largo de la exposición. Bueno, más bien lo que hace es mutar su cuerpo o adaptarlo. Y casi siempre ocupa el lugar de una presencia negativa; como que aparece para que ocurra algo malo, si no está ya ocurriendo. Por otro lado está la figura del dragón-esfinge con cara humana, que aunque pueda tener una presencia amenazante, para mí representa algo neutral.

Ahora bien, respecto al significado concreto que puedan tener las figuras, prefiero no decir mucho, ya que ha pasado poco tiempo y ni yo mismo lo tengo todavía del todo claro. Además, tampoco quiero condicionar demasiado al espectador y enturbiar el misterio que puedan generar.


Dijiste varias veces que eras un "bebé en el arte": ¡A ver qué pasa cuando te hagas mayor de edad! ¿Cuáles son tus expectativas? ¿Por dónde crees que va a evolucionar tu pintura en el futuro?

Jajaja, ¡si soy!, Y es porque realmente acabo de empezar mi carrera. Por eso creo que me cuesta mucho pensar en mis expectativas a largo plazo, me angustia bastante. Sin embargo, a corto plazo tengo algunas ideas de por dónde tirar.

Por una parte, quiero salirme de los pasos tan estrictos que sigo al pintar por capas, algo que ya hice para “Una cara extraña”, y que me dio resultados interesantes. Sobre todo empezar a usar transparencias para construir las zonas de luz, a ver qué posibilidades me ofrece. También quiero explorar el formato grande, algo que para mí es un reto por el tamaño de mis figuras. Asique quizás empiecen a aparecer unas cuantas en un mismo cuadro. Por otra parte, están apareciendo cosas nuevas en el cuaderno. Los rostros empiezan a tener pupilas y las figuras empiezan a diferenciarse más entre ellas. Poco a poco van apareciendo nuevas entidades del estilo de la cara extraña y del dragón-esfinge, y creo que mi imaginario va a tirar por ahí.

Sobre todo creo que en líneas generales mi pintura se va volver más difusa, centrándose más en el color transparente, la mancha y sus lenguajes propios antes que en la figuración pura y dura. O más bien la forma en la que estas dos se integran. Pero claro, decirlo siempre es un poco arriesgado ya que enseguida puedes descubrir algo que no esperabas y cambian los tiros. Pero supongo que así es la pintura, un camino lleno de sorpresas…

Texto y fotos por Whataboutvic



 




RATO AO SOL is a Luso-Spanish platform for the emerging arts, founded by curators Francisca Portugal and Whataboutvic.

rato@ratoaosol.com

︎︎︎ Newsletter
︎︎︎ Instagram